El mayo francés de 1968
Seamos
realistas: pidamos lo imposible
Los jóvenes de Francia de los fines de los sesenta
no estaban tranquilos, ellos querían un cambio. No tenían muy bien en claro
cual era, pero lo necesitaban ya. No querían seguir viviendo en una sociedad
consumista, en la que lo único que importara sean las superficialidades y el
conformismo, buscaban libertad de decidir sobre lo sexual, las costumbres, lo
femenino, la defensa ecológica. Estaban en contra del imperialismo norteamericano
que se expresaba en la Guerra de Vietnam. Ellos iban por el cambio social.
Por aquellos años, la juventud emergía como actor
político, ya que por el bienestar económico que tuvo Europa tras la Segunda
Guerra Mundial, las matrículas en las universidades no paraban de crecer: de
150.000 en 1958, a 500.000 en 1968. Sin
embargo, a fines de esa década, la crisis ya se empezaba a sentir en el
gobierno del presidente Charles de Gaulle y algunos grupos de trabajadores
realizaron huelgas. En general las clases medias estaban bien acomodadas, pero
los estudiantes sentían la necesidad de apoyar las demandas de la clase
trabajadora.
Todo comenzó en la Facultad de Humanidades de la
Universidad de Nanterre. El movimiento estudiantil que se consideraba así mismo
anticapitalista, antiestalinista y antifascista
comenzó a movilizarse. De todos modos, los protagonistas de las semanas
rabiosas (3 al 15 de mayo de 1968) fueron el movimiento estudiantil, partidos
políticos y obreros. Tal unión fue inevitable, es por eso que salieron a las
calles. Primero siendo unos miles. Finalmente fueron millones de personas en
las calles de Francia.
Así mismo, el rol de los intelectuales fue
fundamental, ya que se le dio un marco ideológico al movimiento difuso que se
había formado. Marcuse y Sartre fueron sus referentes. El filosofo
norteamericano Herbert Marcuse por aquellos días expresaba: “Me identifico con
las motivaciones de una lucha estudiantil que ataca no solo a las estructuras
perimidas de la Universidad, sino a todo un orden social, donde la prosperidad
y la cohesión tiene por fundamento la incentivación de la explotación, la
competencia brutal y una moral hipócrita”.
Hay que tener en cuenta que en las calles de aquel Mayo
del 68 el arte estaba presente a través del vanguardismo internacional
sesentista: historietas, graffiti, collage, pop art, el arte conceptual.
Hablando de las consignas características del movimiento, Beatriz Sarlo explica
que aquellas frases que fueron traducidas a todas las lenguas, “mantienen hasta hoy su potencia sugestiva como
condensación poética del deseo revolucionario”.
Las repercusiones y el contexto a nivel internacional fueron impactantes. Como
antecedente a lo ocurrido en el Mayo Frances se puede mencionar la Revolución Cubana
(1959), con su máximo exponente: El Che Guevara. Este último había sido asesinado
en 1967 en Bolivia y fue un modelo a
seguir por los estudiantes franceses. Así mismo, el anfiteatro de la Universidad
de Nanterre fue nombrado con el nombre del líder revolucionario.
En Latinoamérica, Argentina vivió el Cordobazo
(1969), Chile festejo el triunfo de Salvador Allende (1970- 1973), México
respiro la lucha del movimiento estudiantil. Estados unidos represento en los
60´ el movimiento hippie, en la Checoslovaquia de 1968 sucedió la Primavera de Praga.
Mientras que en China se vivía la revolución cultural. La crítica al sistema
era lo que predominaba por aquellos tiempos.
Pero un día las revueltas cesaron, el orden volvió a
Francia y se llamó a elecciones. El gobierno que sucedió a De Gaulle fue el del Partido Socialista, pero no
se alejó del viejo estigma de la burocracia partidaria.
Las mujeres al frente en el Mayo Francés |
A continuación surge un interrogante: ¿Cómo este
movimiento formado por aquellos días, en los que millones de luchadores se
expresaron en las calles, no se materializó
en una revolución? Algunos dirán que es porque no tuvieron una clara conducción
política, otros porque no había algo puntual que uniera a todos los actores políticos
participantes. Pero la chispa de la transformación social se encendió y quedo
marcada a fuego en las posteriores generaciones.
Ya pasaron 45 años de estos hechos, y todavía siguen
dejando un legado: las consignas como el reconocimiento de los derechos
de la mujer, la democratización de las relaciones sociales y generacionales, la
liberación sexual y el protagonismo de la sociedad civil, siguen siendo
reclamos que aun existen en este mundo contemporáneo.